miércoles, agosto 20, 2008

La fuente de Jade














La fuente de Jade
Salgo primero de tu cuerpo, amada,
proscrito y torpe,
con mi campanilla de leproso.

Salgo después del cuarto en que respiras
mis humores antiguos
y ocupo una prisión cercana...

Eduardo Lizalde, fragmento del libro ¡Tigre, tigre!. Fondo de cultura económica. 1985. página 59.

La Verdadera Verdá se publica todos los martes en la sección Región del diario Síntesis de Puebla (081808)

La Verdadera Verdá
La paleta de colores… o lo quitch urbano
Joaquín Ríos Martínez*

Hace unos días estuvo en Puebla, para dar una conferencia universitaria, el artista chiapaneco Raymundo Sesma (San Cristóbal de las Casas, 1958), quien se ha dedicado en los últimos años a intervenir espacios arquitectónicos en varias partes del mundo, mientras mantenía su residencia en Milán, Italia.
Su primera observación crítica acerca de la ciudad fue sobre la paleta de colores que se utiliza para pintar las fachadas de los edificios históricos, en el centro de Puebla. Colores que a su parecer muestran lo más quichi del decorado, haciendo la analogía de una parte de la ciudad con un enorme “pastel de quinceañera”, con tonalidades deslavadas.
Su proyecto internacional que se llama “Campo expandido” y que abarca edificaciones en Estados Unidos, Suiza, México e Italia, comprende la explotación al máximo de la construcción, como un espacio que provoca en el habitante sensaciones de todo tipo.
Raymundo siempre ha mantenido una postura crítica hacia las políticas públicas que se relacionan con el arte, la cultura y la situación del ser humano en las sociedades. Y está seguro de que el color y las formas, integradas a la arquitectura monumental, crean estados emocionales en el ser humano, quien convive cotidianamente con esas edificaciones.
En la ciudad, por varias administraciones, se apoyó a los dueños de edificios a pintar sus fachadas, el propietario pagaba la mano de obra y el ayuntamiento, o el Estado regalaba la pintura, normalmente remanentes de los fabricantes o grandes distribuidores. A las autoridades no les importó nunca investigar sobre las paletas de colores originarias o actualizar las tonalidades.
Cabe recordar que entre toda esa arquitectura del centro histórico se encuentran cientos de edificios considerados históricos, catalogados así porque corresponden a los siglos XVI al XIX, y que existen reglamentaciones internacionales para cuando se intervienen y/o restauran.
Sesma tiene razón al exigir a las autoridades mayor compromiso a la hora de permitir se pinten fachadas o cuando regalan pintura para mejorar las construcciones. Él sugiere una paleta de cuando mucho 14 tonalidades para detener la agresión visual y legislar lo más pronto posible acerca de la contaminación visual.
Ya lo dijo hace unos meses la escultora Paloma Torres (cuya obra todavía está en el Museo Amparo), la destrucción de los paisajes urbanos y la fragmentación del horizonte, convertido ahora en postes, cables, espectaculares y altos edificios altera la calidad de vida de los habitantes de las ciudades. Se genera frustración, mal humor, violencia y agresión.

*Diplomado en Administración de las Artes y en Gestión Cultural. Este y los textos anteriores más extensos en:
http://achtli05.blogspot.com; www.criticarte.com y en la revista Culturista.