viernes, mayo 19, 2017


Imágenes desde el páramo.  Algunas 
visiones acerca de la fotografía de Juan Rulfo

Joaquín Ríos Martínez Kino*

“El principal instrumento de un fotógrafo son sus ojos. Por extraño que parezca, muchos fotógrafos eligen usar los ojos de otro fotógrafo, sea del pasado o del presente, en vez de los suyos. Estos fotógrafos están ciegos”.
Manuel Álvarez Bravo

Páramo es un término –según la enciclopedia virtual- que deriva del vocablo latino paramus y que refiere, por lo general, a una superficie llana, poco fértil y desértica, que suele estar ubicada varios metros sobre el nivel del mar. Por extensión, la noción también se emplea para nombrar a los sitios que no brindan abrigo o protección.

Sirva está mínima definición para generar un ambiente visual y llamar a la imaginación e imaginería del observador, del escucha. Las imágenes capturadas por el escritor con sus historias detrás están muy lejos de ser hijas del páramo, sin embargo su estética ligada a la condensación nos centra en un único llamado a la reflexión identitaria, un posicionamiento de la virtud universal que se empolva y sacude con el paso del viento que arrasa y crea nuevos sitios de encuentro, de lecturas varias donde los personajes lo son todo con sus historias a cuestas. Escenas crudas sin abrigo o protección.

“Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido como Juan Rulfo (Sayula, Jalisco, 16 de mayo de 1917 - Ciudad de México, 7 de enero de 1986), fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52. La reputación de Rulfo se asienta en dos libros: El Llano en llamas, compuesto de diecisiete relatos y publicado en 1953, y la novela Pedro Páramo, publicada en 1955”.

“Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo xx. En sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía cuya acción se desarrolla en escenarios mexicanos. Sus personajes representan y reflejan el tipismo del lugar con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico. La obra de Rulfo, y sobre todo Pedro Páramo, es el parteaguas de la literatura mexicana que marca el fin de la novela revolucionaria, lo que permitió las experimentaciones narrativas, como es el caso de la generación del medio siglo en México o los escritores pertenecientes al boom latinoamericano” según apunta su página oficial. 


  Desde finales de la década de los años 30´s creo una excelente obra fotográfica que trascendió el sataus de aficionado para situarse en la propuesta personal que complementó su otra narrativa, la textual (el legado comprende un archivo de más de seis mil negativos). Ha quedado documentado que su primera exposición formal fue realizada en Guadalajara en 1960, la cual constó de 23 imágenes originales, así como de manera facsimilar 11 que había publicado en 1949 en la revista América. Veinte años después el interés generalizado por las imágenes creadas por Juan Rulfo llevó al Estado a organizar la primera gran exposición de fotografías, con cien piezas, la cual se montó en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México en 1980, en el marco de un Homenaje nacional (título del catálogo de la exposición) al escritor y fotógrafo.

Y así siguieron los éxitos y su presencia como un avezado fotógrafo. Para el año 1994 se montó, en la misma sede de la élite cultural, una retrospectiva titulada “Arquitectura de México”, en el año 2001 se inaugura en Barcelona Juan Rulfo fotógrafo, la cual genera un catálogo traducido a idiomas como el italiano, francés, alemán e inglés. Su página oficial añade que esta muestra es curada por el arquitecto Víctor Jiménez y Andrés Gamboa, la cual se vuelve itinerante en ciudades como México, Guadalajara, Sao Paulo, Porto Alegre, Milán, Madrid, París, Toulouse, Atenas, Rabat (y otras ciudades marroquíes), Lisboa, Brasilia, Salvador de Bahía y Río de Janeiro, y en Roma a finales de 2010. Este gran interés del maestro Rulfo por la arquitectura, del que realizó aproximadamente la mitad de sus fotografías, llevó a la Editorial RM a publicar un libro, en el año 2002, titulado "Letras e imágenes", ampliamente ilustrado con 116 fotografías y 16 textos suyos dedicados a diversas construcciones y sitios de interés arquitectónico en nuestro país.

Año de las 100 fotografías y sus cuatro ejes

Hacia el año 2004 se publicó la que se considera, hasta entonces,  la más amplia biografía titulada "Noticias sobre Juan Rulfo", de Alberto Vital, publicada también por Editorial RM ya como un libro de arte de gran formato, editado con 60 fotografías del escritor y fotógrafo, muchas de ellas inéditas para ese año. En 2010 se pone en las librerías y museos otro libro de gran formato "100 fotografías de Juan Rulfo", integrado ahora por fotografías seleccionadas por Andrew Dempsey y Daniele De Luigi, quienes se dedicaron a consultar el universo de seis mil negativos aproximadamente del archivo fotográfico de Juan Rulfo, con textos analíticos y críticos acerca de la fotografía, a los que se agregan dos del propio Rulfo acerca de los fotógrafos Henri Cartier-Bresson y Nacho López.



En esta selección se agruparon las fotografías en cuatro ejes temáticos: los edificios, los pueblos, los paisajes y los retratos. Con ello se incluyen dos textos de Rulfo dedicados a la fotografía: uno sobre Henri Cartier-Bresson y sus fotografías mexicanas, y otro donde analiza la obra del fotógrafo mexicano Nacho López, con quien mantuvo una amistad. En estos escritos se arroja, de manera indirecta, una importante luz sobre su propio trabajo fotográfico.

En el arte de la fotografía fue un autodidacta y trabajó sus imágenes acompañado al cuello de una cámara Rolleiflex, con las que inmortalizó una época de su natal estado de Jalisco, y a partir de 1938 se comienzan a difundir con firmas diferentes del mismo autor: Pérez Vizcaíno, Juan Pérez Vizcaíno, Juan Pérez Rulfo, quien fuera hijo de terratenientes venidos a menos tras la Revolución. Consignado por el Diario El País, de España se relata que “Ya fuera de Jalisco, en las cartas que le escribía a su novia le llega a decir que le gustaría poder vivir de la fotografía”, y con apenas 20 años Rulfo se muda a la Ciudad de México. Trabaja de oficinista y durante tres años se dedica a viajar por todo el país. Paisaje, arquitectura y vida rural son los tres ejes de su obra visual. El curador de la muestra y experto rulfiano, el británico Andrew Dempsey, subraya el valor de su trabajo por encima del mero registro documental: “Sus imágenes crecen y crecen. Son muy ambiciosas y tienen una clara intención artística”. Para apuntalar el argumento rescato una cita de Susan Sontag que dice: “Juan Rulfo es el mejor fotógrafo que he conocido en Latinoamérica”.

Se narra con historias y se ilustra con imágenes…pero ¿Se escribe con fotografías? Es el muy revelador título de un artículo escrito por Mariana Daowz para Insanico Magazine en donde se recuerda que Juan Rulfo, escritor mexicano nacido a principios del siglo XX en una época de desigualdad y caótica disputa política siempre reflejó en sus escritos una inmensa creatividad y una revelación exacta de lo que era adentrarse en un mundo de identidad mexicana. Todos conocemos aquel perfil de escritor que nos hacía pensar en las dimensiones de un personaje que vivía en su propio entorno el cual buscaba su origen, pero pocos conocen aquella necesidad del escritor por reflejar además de una historia, una fotografía. Se hace hincapié en que Juan Rulfo creó un fondo fotográfico entre los años de 1940 a 1958  para denotar todo aquello que iba a la época, sin embargo conforme fue avanzando el proyecto sus fotografías se tornaron en paisajes que plasmaban exactamente la identidad mexicana como arte.

Podemos ver a "México como el escenario perfecto para otorgar al mundo una arquitectura característica de regiones típicas, de personas que vivían una realidad común en las calles y de escenas propias de la idiosincrasia mexicana se mostraron en un trabajo que por supuesto denotaban el estilo característico de Rulfo, un realismo mágico cargado dramatismo y de cierta poesía". Finaliza el apunte.

Impresión y expresión en las imágenes de Rulfo

Todo este contexto sirve para invitarlos a disfrutar y analizar de mejor manera la imagen creada para ser observada, la escena real y reveladora que narra visualmente lo que impresionó a Juan Rulfo en un momento histórico para el país y el mundo con sus guerras y batallas a cuestas, y nunca lejanas al cotidiano artístico, económico, social y político, para después comunicárnoslo a través de historias impresas con luz y sales de plata.

Un nuevo “mundo” nacional, que no sólo había mal pasado la pesadilla de la Revolución Mexicana,  hereda Rulfo entre montañas y páramos la "Guerra Cristera, también llamada Guerra de los Cristeros o Cristiada, el cual fue un conflicto armado en México que se prolongó desde 1926 a 1929, entre el gobierno y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la participación de la Iglesia católica sobre los bienes de la nación así como en procedimientos civiles.


La Constitución mexicana de 1917 establecía una política que negaba la personalidad jurídica a las iglesias, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias del derecho a poseer bienes raíces e impedía el culto público fuera de los templos. Algunas estimaciones ubican el número de personas muertas en un máximo de 250 mil, entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras y del Ejército Mexicano".

Históricamente, a la par de que Juan Rulfo imaginaba y representaba su realidad, surgía la fotografía expresionista "la cual se desarrolló principalmente durante la República de Weimar, constituyendo uno de los principales focos de la fotografía europea de vanguardia. La nueva sociedad alemana de posguerra, en su afán casi utópico de regenerar el país tras los desastres de la guerra, recurrió a una técnica relativamente nueva como la fotografía para romper con la tradición burguesa y construir un nuevo modelo social basado en la colaboración entre clases sociales.

La fotografía se convirtió en un medio privilegiado de captar la realidad sin ambages, sin manipulación, conjugando la estética con la precisión documental. Los fotógrafos alemanes crearon un tipo de fotografía basada en la nitidez de la imagen y la utilización de la luz como medio expresivo, modelando las formas y destacando las texturas”.

Este tipo de fotografía tuvo una importante resonancia internacional, generando movimientos paralelos como la Photographie pure francesa y la Straight photography estadounidense. Cabe remarcar el gran auge durante esta época de la prensa gráfica y las publicaciones, tanto de revistas como de libros ilustrados. La conjunción de fotografía y tipografía llevó a la creación del llamado “foto-tipo”, con un diseño racionalista inspirado en la Bauhaus". Una frase de su fundador fue "La forma sigue a la función", donde se buscaba la unión entre el uso y la estética. Para finales de los años veinte el expresionismo tenía 
alcances globales a los que Rulfo no fue ajeno. 


El remanso y la contemplación en su arte

Las imágenes de Juan Rulfo representan un remanso en la atribulada realidad que le tocó recibir y más tarde vivir, donde las imposiciones y la muerte fueron constantes, narraciones que exploran desde mente y corazón una estética alejadas de la apología de la violencia documental y si, retratos individuales de esa vida violentada por el Estado en donde aún hoy priva la negación, la corrupción, la falta de expectativas de desarrollo, el olvido y abandono.

Imágenes sutiles en blanco y negro que reconocen miradas que influenciaron la suya como la del fotógrafo Paul Strand, Cartier Bresson o el mexicano Nacho López. No creo en las casualidades o el destino, sin embargo Rulfo apareció junto a sus creaciones en plena época del Cine de oro mexicano, inmerso en una corriente artística internacional que marcó el futuro del arte en su búsqueda de identidades culturales e individuales.

El acertijo de la mente siempre será un cubo blanco que resolver, o se llena de creatividad o se vacía de talento, y así una y otra vez. Ya el célebre fotógrafo Edward Weston decía que “A través del ojo fotográfico se puede ver el mundo bajo una nueva luz; un mundo en su mayor parte inexplorado y desconocido; un mundo que aguarda ser descubierto y revelado”, y en Rulfo se conjugaba esta máxima.  La creatividad y la creación están unidas a la disciplina, a la información, al ensayo y error, y nuestro escritor observaba, analizaba y exploraba para poder así construir sus narrativas visuales, sus historias nostálgicas, sus denuncias poéticas.


El pasado, el presente y desgraciadamente el futuro están en muchas de las imágenes del jaliciense: el crimen de la pobreza, el polvo de la corrupción, la tarde soleada de la soledad. En todo está presente el ojo de la intuición, la textura de la nostalgia, el claroscuro de la razón, pero sobre todas las imágenes capturadas por Rulfo está el corazón puesto es su mirada. El encuadre preciso que el blanco y negro traducen a un idioma universal, que todo lo devasta y comprende. 

En la colección de imágenes está su mirada profunda que 
abarca el horizonte, el sonido del tambor abandonado, 
la danza en el páramo, las estructuras primitivas o los templos símbolos de la destrucción cultural, vías de ferrocarril confundidas por ir a ninguna parte, retratos, documentos, registros, todo dramatizado en tonalidades blancas, grises y negras, que al darles vida se convierten en cuentos, en animación cinematográfica, en literatura universal.




*Fotógrafo, lector de imágenes, periodista cultural. 
Texto leído en el homenaje a Juan Rulfo, en Espacio Catorce, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 18 de mayo 2017