lunes, febrero 18, 2013

La Estética y Posada

J. G. Posada,
a 100
años

Joaquín Ríos Martínez*


El grabador José Guadalupe Posada fue motivo de un homenaje, a cien años de su muerte, por parte de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a través de una exposición, una conferencia y una mesa de diálogo entre especialistas.

La antigua Academia de Bellas Artes, hoy Casa de las Bóvedas de la BUAP, fue sede de esta celebración en donde el catedrático, especialista en Estética, Fernando Morales Cruzado mencionó en entrevista que José Guadalupe Posada (Aguascalientes 1852 - Ciudad de México, 1913), quien fue un pintor, ilustrador y caricaturista, creador de la mítica Catrina, es la gran influencia de los artistas de la llamada Época de Oro del arte mexicano y, en especial de los muralistas Diego Rivera y José Clemente Orozco.

Mirándolo a la distancia, como deben hacerse los juicios históricos, Posada aportó la gran herencia al arte revolucionario aunque en su momento no fuera reconocido como un artista, ya que su trabajo se centró en la impresión de imágenes relativas a la época convulsa de la revolución mexicana, Porfirio Díaz, Madero y la Decena Trágica, continuó el historiador del arte.

En aquel momento –refirió el maestro en Estética- el grabado se veía más como una actividad propia de los talleres de impresión de los periódicos y pasquines que como una manifestación artística. Sin embargo con el paso del tiempo podemos reconocer que hay una herencia artística y estética en su trabajo, en el entendido de su trato a la muerte, el común denominador de la ironía en los personajes de la política, y la franca burla a la burguesía imperante.

La estética –explicó el investigador- es la experiencia por la cual el receptor de la obra está poniendo de manifiesto su sensibilidad. En toda obra de arte el creador deposita su propia manera de sentir en la representación que nos propone y el espectador o lector, en caso de la literatura emplea también su sensibilidad, lo interesante es ver que cada obra va alimentando nuestra manera de percibir el arte.

Hay que entender –expresó- que tenemos una relación individual con el mundo que nos rodea a partir de la emoción, a partir de la intuición, de la contemplación. Por ello la estética puede hablarnos de la belleza, pero también de la ironía o de lo grotesco, todo ello es parte de nuestra experimentación al conmovernos. Allí también está el temor, una experiencia estética que se manejó mucho en el Romanticismo, porque la naturaleza se manifiesta de manera imponente, y todo lo que se escapa al control racional del hombre causa miedo. El terror es una categoría de la estética que se manifiesta a través de lo sublime.

La necesidad del ser humano de dar materialización a sus miedos, a anhelos, sueños, a sus emociones en general está representada en el arte. La filosofía pues, reflexiona en torno a la manera en que, a lo largo del tiempo nos relacionamos con la sensibilidad. Ya Platón ofrece una explicación de lo que es lo bello y la estética de ese momento, con sus características y reglas en el arte. Después Aristóteles establece las formas con las que podemos definir la belleza: equilibrio, simetría, proporción, y la sección áurea que establece medidas en la obra de arte.

Toda la gama de emociones humanas pueden materializarse a través del arte y en esa gama también encontramos el espanto, relaciones de desequilibrio entre la forma y el contenido de la obra, finalizó.

Las conferencias estuvieron arropadas por una exposición de grabado en diferentes técnicas y formatos, en la Casa de las Bóvedas (Palafox y Mendoza 406).

*Entrevista para el diario Síntesis de Puebla.