martes, octubre 18, 2011

LUZ A LAS PALABRAS                                 

Por Verónica Mastretta*
                                                                           
Luis González de Alba es un excepcional pensador, científico y escritor. Es, entre muchas cosas, autor del libro "Los días y los años", en el que narró sus vivencias a los 19 años como uno de los líderes del movimiento estudiantil de l968. Narra también lo sucedido la noche de Tlatelolco y su detención y estadía en la cárcel durante tres años.


Lo hace con un rigor y una lucidez única de entre los que participaron en esos acontecimientos. Su mirada es neutral y cáustica, entrañable y nada proclive a juzgar, y por lo mismo, sabía. Este mes, en la revista "Nexos", Luis escribe una reflexión titulada "Regreso a Tlatelolco". Cuarenta años después nos aporta una nueva visión e interpretación de lo vivido en esa amarga y larga noche. Es un relato lleno de luz, de inteligencia, de mesura.


Su relato es una visión ampliada por la madurez y el intercambio de experiencias con algunos de los líderes que estuvieron con él en el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua y que ahora comparten la certeza de que ni el ejército sabía de la presencia del grupo de soldados vestidos de civiles, identificados entre ellos por un guante blanco, el Batallon "Olimpia", ni el grupo "Olimpia", comandado por el militar Gómez Tagle, sabía que el ejército ignoraba que ellos estarían ahí. El ejército y el "Olimpia" también iban a ciegas.Miles de seres humanos reunidos en una plaza, manipulados por una mano invisible que no le dijo la verdad a nadie.


Luis, en su relato nos hace ver como ellos, los líderes detenidos en ese balcón, se dieron cuenta de que entre el batallón "Olimpia" y el ejercito no solo no existía comunicación alguna, sino que el ejército ignoraba completamente que ese grupo actuaría. Por eso los mismos jóvenes soldados, también víctimas indirectas del poder, gritaban a los del ejército pidiéndoles el cese al fuego y ambulancias para sus heridos, diciendo: ¡Somos del "Olimpia".


Elena Poniatowska con su libro "La Noche de Tlatelolco", reconstruída en base a sus visitas a la cárcel a los lideres del movimiento, cuando solo tenía 35 años y estaba embarazada. Las crónicas primeras, escritas por la italiana Oriana Falacci, herida esa noche cuando hacia su trabajo como corresponsal extranjera. Ahora Fabrizzio Mejía con su libro "Disparos en la obscuridad", nos van ayudando con sus palabras a encontrar la luz necesaria para entender los caminos tortuosos que desembocan en la forma de hacer política en el México de hoy.


Necesitamos esa luz en los que escriben. ¿Por qué no pedir luz para las palabras, luz para los poetas y para todo aquel al que le guste jugar con las ideas, la verdad, las letras y las dudas...? Luz para las palabras en los tiempos obscuros por los que a veces atraviesan nuestras vidas, las de nuestro país o las de otros, luz para no desgastarlas, para escribir locuras con sosiego, luz que aclare la tinta y nuestras mentes, luz para todos aquellos que escribimos por el gusto de entender el mundo en que vivimos, por el afán de compartir la luz de otra visión que ilumine los rincones de lo que no entendemos porque no nacimos con ojos en la espalda, y por eso necesitamos siempre la perspectiva de una mirada alterna, que llene de riqueza nuestro mundo...


Luz para los que amamos y buscamos borrar con las palabras la obscuridad de otros, y la nuestra. Luz para nosotros, los que somos pequeñas fieras solitarias, encerradas en jaulas de rutina, fieras deseosas de acabarnos la vida habiendo conjugado todas las verdades posibles, los besos y palabras que nos faltaba dar,....Luz en las palabras, para dejar el mundo con las bocas vacías, habiendo abandonado y pronunciado las frases que no deben morirse con nosotros, porque somos los ojos en la espalda del otro, como el otro a su vez mira por mí lo que jamás veré..... porque debemos irnos después de haber gastado completa la saliva que se va en las palabras, que se va con los besos, los besos y palabras que llenaron de luz lo que dejamos..... Luis González de Alba dirige su mirada serena, comprensiva y tolerante hacia los hechos violentos, es de luz porque no busca condenar sino comprender, y él mismo se coloca solo como testigo de una parte de la verdad, nunca como dueño de la misma. Luz, para borrar el manchón de tinta negra con el que el genial caricaturista Abel Quezada llenara el espacio de su caricatura diaria el 3 de octubre de l968, poniendo abajo solo las palabras "¿Por qué?"

* v_mastretta@yahoo.com