domingo, marzo 24, 2013

Hazmerreir poblano


Compañía Titular de Teatro del Complejo Universitario

EL
HAZMERREIR POBLANO

Por
Foto: Kino

Fernando de Ita  

La rectoría de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se ha convertido en trampolín político. Como su antecesor, Enrique Doger Guerrero, el ahora ex rector Enrique Agüera Ibañez, renunció a los pocos meses que restan de su segundo periodo al frente de la BUAP, para contender por el PRI a la presidencia municipal de la capital poblana. Siguiendo el modelo del primer Enrique, ahora diputado federal, Agüera se afianzó como el mandamás de la Universidad en sus primeros cuatro años en Rectoría y utilizó en su siguiente periodo los medios públicos de que dispone esa casa de estudios para su proyección personal.

El pasado viernes 22 de marzo, al despedirse de su puesto, el ex rector presumió la construcción de la Biblioteca Central, el Estadio Universitario y el Complejo Cultural, obras monumentales de las que salieron, dice Vox Populi, su magnífico rancho y su cuadra de caballos, entre otros bienes inexplicables. Por cierto, fueron las ganas de presumir a los ojos del público uno de sus cuacos lo que provocó el hazmerreír en que se ha convertido la Compañía Titular de Teatro del Complejo Universitario, que él mismo fundó hace tres años.

En virtud de las desavenencias internas que había en el área de teatro de la BUAP, Agüera no tomó en cuenta a los maestros que llevan varios lustros impartiendo la licenciatura de teatro en la Universidad, y llamó a un amigo suyo oriundo de Veracruz y avecinado en Tampico, para formar este ensamble artístico: Refugio Hernández. Me consta que al inicio de esta aventura el director jarocho intentó hacer las cosas profesionalmente, convocando una audición para escoger a los actores que, por primera vez en el estado, tendrían un suelo mensual decente. Ante este incentivo, se presentaron más de 300 solicitantes.
Para dirigir el primer montaje de la CTTCCU, Refugio confió en su hijo, Ángel Hernández, un joven autor y director con talento y audacia que presentó un Doktor Fausto visualmente muy atractivo pero desfasado de la intención dramática de Cristopher Marlowe. Y fue ahí, en el estreno del primer montaje de la nueva Compañía donde el rector enseñó el cobre, culturalmente hablando, y donde Refugio se mostró no como un hombre de teatro sino como un subordinado de su amigo. 

Foto: Kino
Fausto
Al inicio del Fausto, el rector estaba encantado porque las actrices y los actores no salían con los trajes del siglo XVI
de la
obra original sino a la siglo XXI, enseñando pierna, torso, teta y culo; bellísimas ellas y cachondos ellos, así que los ojos tenían con qué entretenerse, pero no el intelecto porque la acción física iba por un lado y el texto por otro ya que Ángel no hizo dramaturgia y no actualizó el contenido de la tragedia. La verdad, aquello se puso muy aburrido, pero si eres el rector de la Universidad que está estrenando Compañía, te pones lentes negros para el segundo acto y te jeteas para cumplir con el reconocimiento oficial al nuevo ensamble de tu creación, programado para el final de la función.

Pero estamos en México donde los gobernadores son Virreyes, los secretarios de despacho vice virreyes y los rectores aspirantes a presidentes municipales, es decir; donde el poder público no es para servir sino para servirse, así que Agüera adujo un compromiso imprevisto y ordenó que el acto oficial se daría en el intermedio. En lugar de decirle: señor rector, si no puede quedarse al final de la función por su deber ineluctable, no se preocupe, corra a cumplir con su impostergable misión y dejamos la ceremonia para el final de la temporada, porque el teatro es sagrado y los actores intocables mientras están en función, así que no puedo interrumpirlos
En lugar de respetar su profesión, Refugio sacó a los actores de sus camerinos y los puso a escuchar las pendejadas burocráticas de siempre. Ahí perdió su autoridad como artista, si alguna vez la tuvo. Su final como director de la Compañía fue penoso, pero cuando pensamos que se había terminado la burla, se puso peor. Para sustituir a Refugio, el ahora ex rector y aspirante a la alcaldía, nombró a Amansio Orta, “el actor” de Puebla, un histrión con 30 años de trayectoria, de lucha diaria, de teatro independiente, de respeto por la profesión, con sus limitaciones como director, pero todo un señor del teatro. Así que la sorpresa fue doble. De haber venido el asombro de algún advenedizo, de algún lame culos, no habría desconcierto. Pero Amansio aceptó, a petición del aún rector, montar una comedia musical de telenovela para que se luciera uno de los caballos del nuevo político y pudiera actuar una estrellita de la caja idiota. Pensó en La Cenicienta y llamó a otra supuesta guerrera del teatro artístico de Puebla, Aída Andrade, a escribir y dirigir la adaptación. ¡Y también acepto!

Cuando me lo dijo Mauricio Jiménez no lo quise creer. Tuve que ver el poster de la obra para dar crédito a tamaño despropósito, a tal burla a la trayectoria del teatro de la BUAP, una de las tradiciones más nobles de la cultura artística del estado. Daniela Lujan, vaporosamente vestida de azul, será la usufructuaria del dinero público que se gastará la CTCCU para denigrar la memoria de Ignacio Ibarra, Juan Tovar, Elena Garro, Héctor Azar, Xavier Rojas, Olga Ibáñez, Marko Castillo, Cristina Flores y tantos artistas que lucharon y batallan por la dignidad del teatro en Puebla.

Creo que todos tenemos derecho de salir momentáneamente de la pobreza, pero no a costa de la dignidad personal y artística y nunca por servir a la vanidad de un funcionario público. Ahora que tendrá que hacer proselitismo político, lo menos que puede hacer la gente de teatro es acudir a los mítines de Agüera para pedirle cuentas. Como la obra se estrena hasta el 20 de abril, Alfonso Esparza Ortíz, el rector interino, tiene la oportunidad histórica de reivindicar la dignidad del teatro universitario sacando a la obra del CCU y dejando que se estrene como lo que es: un producto mercantil. ¿Pero quién creen que puso en la rectoría a Esparza, y quién creen que va a postularse como rector cuando se venza el interinato? ¿Y quién tiene la culpa de que el bien público de maneje como un bien privado? Si guardamos silencio ante esta indignidad, es que no tenemos lo opuesto.

Agradecemos al maestro de Ita el obsequio de esta primicia, columna que será publicada en el diario El Financiero, en el ámbito nacional...