lunes, diciembre 03, 2012

Teatro

Porque madre sólo hay una...

Joaquín Ríos Martínez


Ante un Teatro Principal abarrotado se presentó una de las obras seleccionadas por el Festival Internacional de Teatro Héctor Azar, “Las madres”, de Antonio González Caballero, el retrato irónico de las mujeres latinoamericanas.

En la obra encabezada por Itzell Sánchez y Laura Fernández, representaron a esa ex clase media venida a menos con dotes de primer mundo, en donde la reflexión y la crítica permanecieron en la risa de los presentes, quienes se burlaron de nuestra propia realidad, tal vez sin darse cuenta. Aquí se abrió la discusión para analizar el rol de ser madre impuesto por la cultura y la iglesia, con “los hijos que dios quiera”, y la etiqueta de creaciones del demonio a los métodos anticonceptivos.

Una caricatura donde la mujer toma el papel principal, su candidez e ignorancia las hace exquisitas, en una tarde-noche sentadas en la “banqueta” invocando, como en un juego macabro, los años, la fuerza y el dinero invertidos en tener hijos, y sus nombres al mejor estilo de la Lotería nacional. Gracias a Las Madres recordamos que el arte puede ser crítico, y la reflexión formal.

La puesta en la que también actúan Israel Muñoz y Karla Otero, con una escenografía al mejor estilo Povera, finalizó entre aplausos de pie, y la muestra de cartulinas con las leyendas de “Ni una muerta más” y “Atenco no se olvida”, rompiendo cualquier formalismo. Eso es actuar en consecuencia y crear con responsabilidad.

El festival organizado por el CECAP es un éxito sin duda, pero como reclamó el propio Héctor Bonilla desde el escenario el día de su presentación en el Teatro Principal: “no es posible tanto desorden y retrazo en horarios”.



Historia de una escalera

La respuesta del público a las obras locales dentro del Festival Internacional de Teatro Héctor Azar logró una inusitada audiencia.

La Historia de una escalera, dirigida por Amancio Orta, quien además recibió el reconocimiento Al mérito teatral otorgado por el festival, se presentó en la Casa del Mendrugo, viernes y sábado, teniendo que dejar a personas fuera, ante el lleno en ambas.

Con una dirección ágil y trazo escénico versátil Amancio Orta mostró, en Historia de una escalera, dividida en tres actos, tres décadas de una parte de la historia de este país, dentro de las paredes de una vecindad cualquiera, en donde la economía, la frustración, el chisme y la impotencia de la clase trabajadora subyacen hasta nuestros días. Una trama circular que finaliza donde comenzó: los sueños que no se cumplirán ¿Nos llueve sobre mojado?