sábado, agosto 24, 2013

Las Fábulas de Esopo de Toledo


















Las Fábulas de Esopo de Toledo

Joaquín Ríos Martínez

Las Fábulas de Esopo son un hermoso pretexto para ilustrar los textos que Francisco Toledo (Juchitán, Oaxaca 1940) creyó suyos de siempre, la imaginería infantil del creador acuñó en su ser la memoria histórica del mito oral hoy representada en más de 50 grabados de pequeño formato, exhibidos en el Museo Erasto Cortés de la ciudad de Puebla.

La narrativa visual de Toledo siempre ha proyectado el poder de cientos de fábulas en donde el antropomorfosmo se cargan de vitalidad en cada encuentro erótico-sexual, sutil o violento. Hermoso pretexto, digo, porque ahora estas historias, que pasaron de generación en generación desde hace 2 mil 500 años llegarán en diferentes lenguas, como el zapoteco, a los niños y niñas de aquel estado vecino.

El proyecto nace al momento del descubrimiento de una publicación oaxaqueña de 1849 “…para el uso de los jóvenes que cursan la Cátedra de Latinidad en el Colegio Seminario de Oaxaca…”, y que lo llevó a proponer sus propias ilustraciones a María Isabel Grañen de la Fundación Harp para realizar una carpeta que acompañe el facsímil, que a la larga será traducido a seis lenguas. Según trascendió, la venta de éste servirá para la creación de material didáctico original para algunas escuelas.

La inauguración, sin la presencia del icono de la gráfica en México, se dio en el marco del treceavo aniversario del Museo Taller Erasto Cortés Juárez (7 oriente 4) de la ciudad de Puebla, ante cientos de asistentes desilusionados por no encontrar al pintor juchiteco. La muestra, incluido un grabado colocado con un error de 90 grados, permanecerá hasta el mes de noviembre.

Acerca de Esopo, dicen diferentes referencias en la red, no está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. “Vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon.

En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo. La estructura de la fábula esópica ha sido definida por varios autores, pero la más completa se le atribuye a Nojgaard quien distingue en la narración tres elementos o momentos imprescindibles: 1) La situación de partida en que se plantea un determinado conflicto, entre dos figuras generalmente animales; 2) la actuación de los personajes, que procede de la libre decisión de los mismos entre las posibilidades de la situación dada, y 3) la evaluación del comportamiento elegido, que se evidencia en el resultado pragmático, el éxito o el fracaso producido por tal elección.

En sus fábulas hay una enseñanza moral, no una doctrina. Recogen experiencias de la vida cotidiana que forman un conjunto de ideas de carácter pragmático”, finaliza la cita virtual.