La Verdadera Verdá (opinión)
De la serie Sin Taxis Urbana.
Foto: Kino
Un fraude más…
o el debate que
nunca escuché
Joaquín Ríos Martínez*
La noche del miércoles 16 los ciudadanos fuimos víctimas de un fraude más organizado por el Estado Poblano y su área “independiente”, el Instituto Estatal Electoral. Una noche de descalificaciones, de propuestas clonadas y de ausencia de ideas.
La noche del miércoles 16 los ciudadanos fuimos víctimas de un fraude más organizado por el Estado Poblano y su área “independiente”, el Instituto Estatal Electoral. Una noche de descalificaciones, de propuestas clonadas y de ausencia de ideas.
Los candidatos a la gubernatura de Puebla Rafael Moreno Valle, por la coalición Compromiso por Puebla (PANAL, PAN, Convergencia y de la Revolución Democrática); Javier López Zavala, por la alianza Puebla Avanza (PRI-Verde Ecologista) y por el Partido del Trabajo, Armando Etcheberry Beltrán, perdieron la oportunidad de expresar a la ciudadanía su verdadera vocación política. Los tres se perdieron en el campo de la agresión y, se ocuparon de organizar una muestra de buenas intenciones sin poder esgrimir ni un “cómo” para poder llevar a buen término sus propuestas.
Cultura de la dádiva
A la mañana siguiente varios politólogos de las universidades dieron cuenta de lo inútil que resultó el “debate” y de la poca ética con que se realizó. En Puebla todavía se vive la cultura de la dádiva y la coerción, señaló un investigador y catedrático de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), entre ese sector marginado y del interior del estado se privilegia lo que el político le ofrece, o puede quitar, acusó Alejandro Guillén Reyes. No le importan las propuestas o el debate, miden la eficiencia del candidato en función de lo inmediato.
A la mañana siguiente varios politólogos de las universidades dieron cuenta de lo inútil que resultó el “debate” y de la poca ética con que se realizó. En Puebla todavía se vive la cultura de la dádiva y la coerción, señaló un investigador y catedrático de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), entre ese sector marginado y del interior del estado se privilegia lo que el político le ofrece, o puede quitar, acusó Alejandro Guillén Reyes. No le importan las propuestas o el debate, miden la eficiencia del candidato en función de lo inmediato.
Ninguno de los tres candidatos a la gubernatura mencionó la palabra cultura en su discurso. A ninguno de los tres le ha parecido importante esgrimir un proyecto que acoja el tema en sus eventos de campaña, ni siquiera cuando fueron al “diálogo” ante el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Puebla.
Las elecciones del 4 de julio están a la vuelta de la esquina y no se ha presentado un proyecto sexenal que integre el desarrollo social de los habitantes desde el arte, la cultura y la educación. Los tres se han visto casi obligados a incluir a la BUAP en sus discursos, más obligados por la presión que por su inteligencia. La cultura, se ha dicho hasta el cansancio, es parte fundamental en el desarrollo de las personas, da identidad y constituye la manera de organizarnos en sociedad.
Si la democracia existe, si se fortalece la transparencia y el acceso a la información, si hay valores, si se actúa con ética personal es porque hay una Cultura que nos define y marca. Si ésta se arraiga entonces vienen los hechos sociales: la competitividad, el desarrollo económico, la educación de calidad, el progreso y tal vez la felicidad. El desinterés de los políticos por esta Cultura sólo ha creado más corrupción, intolerancia y descrédito.
Compromiso social
La política cultural del Estado no funciona porque no tiene un compromiso social, el gobernante en turno tiene que manejar un presupuesto que se ve recortado con cada jornada electoral de tres o seis años. El dinero se desvía a “prioridades” agendadas, a campañas políticas y a la compra de conciencias.
La política cultural del Estado no funciona porque no tiene un compromiso social, el gobernante en turno tiene que manejar un presupuesto que se ve recortado con cada jornada electoral de tres o seis años. El dinero se desvía a “prioridades” agendadas, a campañas políticas y a la compra de conciencias.
Los candidatos deben entender que el arte y la cultura son una inversión para bien de cada localidad donde se constituyan programas de trabajo. No se necesitan más elefantes blancos para crecer la infraestructura, se requieren, porque así lo han pedido los creadores, más apoyos a la producción, a la creación de programas emergentes, a la creación de intercambios y estancias artísticas, a la educación y actualización, a la promoción y difusión.
Si los pobres políticos entendieran que no todo es robar, denostar, injuriar o violar, asumirían con libertad su cultura y su actuar. Mientras no haya alternancia, porque uno tiene que cuidar las espaldas del anterior, no llegaremos a ninguna parte. Todo seguirá siendo un diálogo de sordos.
Los índices en competitividad, desarrollo, educación, analfabetismo, salud, oportunidades, y ahora se ha filtrado a la prensa que Puebla puede tener más desapariciones que Juárez, nos sitúan como uno de los peores estados de la república, ocupando el deshonroso sitio 28 de 32 posibles. Aún así se niegan a debatir, ¿Será que ni puta idea tienen de lo que pasa a su alrededor? Ahora que el maestro Carlos Monsivaís no nos acompañará más ¿quién podrá defendernos de la idiotez política? Por mi madre Bohemios.
La política cultural del Estado, además de incluyente, debe respetar los principios de preservar, difundir, promover y desarrollar los bienes culturales de cada región. Es la Vedadera Verdá.
*Periodista cultural. Diplomado en Administración de las artes. Diplomado en Desarrollo y Gestión cultural. Este y los textos anteriores en: achtli05.blogspot.com; Pueblahoy.net; criticarte.com; razonesdeser.com; revista Culturista; Fanzine 3D2.
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