miércoles, diciembre 16, 2009

La Verdadera Verdá

" Muñecas voladoras", instalación
efímera. kino XII.09

El terreno del arte es fértil
o... lo bueno y malo

Joaquín Ríos Martínez


Elaborar un registro de lo bueno y malo en el arte y la cultura de Puebla se convierte en una tarea complicada desde que intervienen las apreciaciones subjetivas como lo son los gustos, la sensibilidad e intuición del ser humano. Sin contar con la educación formal y sensorial, y las experiencias que forman nuestro bagaje cultural.

Las instituciones, asociaciones, colectivos o creadores siempre creerán que lo que hacen como promotores, gestores u organizadores es lo mejor para sus públicos cautivos y para la formación de los nuevos, entonces me gustaría comenzar preguntándonos ¿cuál es la base para la organización de las iniciativas que apreciamos en la ciudad de Puebla? ¿Cómo se determinan los eventos que disfrutamos o padecemos?

Y aquí tendría que decir, englobando esto, que parten desde el entendimiento de sus propias políticas culturales. Grandes instituciones o pequeñas agrupaciones tienen definidas sus vocaciones alrededor de gustos e intereses propios, quienes llaman a los espectadores iniciados a sus propios cauces.

Dicho esto tengo que dividir los compromisos y obligaciones que cada uno tiene, lo que haría algo bueno o malo en este terreno, es el incumplimiento o acatamiento de sus propuestas. El gobierno del estado tiene obligaciones y responsabilidades manifiestas en la Constitución, Leyes y reglamentos; las asociaciones tienen sus compromisos en sus actas constitutivas, y los colectivos tienen un compromiso ético, al organizar lo mejor posible sus eventos con el poco presupuesto que consiguen.

Sería terrible enumerar los aciertos o fracasos de cada uno, porque a final de cuentas, sólo el grueso de los espectadores puede determinar qué es bueno y malo al término de una temporada artística.

Lo malo por supuesto, desde la óptica crítica de este periodista cultural y promotor independiente, es el omnipresente desvío de recursos hacia fines alternos como lo es la política partidista. El nulo interés de la secretaría en conformar modelos de investigación para medir el impacto social de sus eventos, siempre exitosos cuando sólo se tazan por los asistentes globales. Y la organización por demás sospechosa –así lo manifiestan muchos involucrados- de las muestras estatales de arte, de teatro, ediciones de libros, la contratación de asesores, o el gasto excesivo en determinados eventos populistas.

En el estado de Puebla existen palabras rectoras a las que muy pocos damos seguimiento: la Ley de fomento a la cultura de Estado de Puebla (de 1994), el Plan estatal de desarrollo 2005-2011, con su eje 4 de Política social y combate a la pobreza, en donde el apartado 4.9 se titula Cultura: identidad, riqueza y orgullo, el cual tiene 4 objetivos puntuales.

También está la publicación en el Diario Oficial de Puebla del viernes 10 de diciembre de 2004, donde se asientan los Decretos de reformas que hablan de la protección de los derechos de los Pueblos y comunidades indígenas, donde no habrá distinción entre personas por razón de raza, género o capacidades físicas, por mencionar algunos.

O la publicación en el Diario oficial de Puebla del 12 de diciembre de 2005 donde se declara la creación del Instituto Municipal de Arte y Cultura, organismo público descentralizado. La firma de convenio de colaboración entre varias entidades del gobierno local y el INAH para la salvaguarda del los bienes sacros, además de múltiples convenios discutidos en la ONU o en la UNESCO que debemos acatar desde que México es país firmante.

Lo malo en el arte y la cultura –sin quitar las obligaciones incumplidas del Estado Poblano- se acrecienta desde que la población en lo general no se interesa por conocer más acerca de nuestros derechos y obligaciones. El estado paternalista continúa desde que la sociedad prefiere que sus gobiernos decidan lo que es bueno o malo para ellos, jugando a la desidia.

Los espectadores ocasionales a los eventos artísticos y culturales se mantiene en el dicho del entretenimiento y no saben -porque nosotros no les indicamos- que hay otro goce y disfrute en ello. La educación mediocre es el caldo de cultivo para permanecer ajeno a los grandes problemas y sus soluciones.

Al ojo crítico tal vez nadie se salva, lo bueno es que hay, desde hace unos años en Puebla, una creciente demanda de eventos de calidad en las exposiciones o conciertos, más alejada está la crisis escénica del teatro o la danza y peor aún la industria editorial. El Auditorio del CCU compite sin razón con el Siglo XXI, la secretaría con el IMAC, cuando todos deberían sentarse a compartir intereses y proponer una verdadera política cultural que arrope a ciudadanos y a todos los colectivos dispersos que hay en esta, la ciudad de los ángeles y demonios.

Así como estos conviven tal vez no sea necesario ponernos de acuerdo en las etiquetas, pero eso si todos tenemos la obligación de velar por los intereses colectivos, de denunciar la estafa y de exigir el cumplimiento de los acuerdos explícitos.

Si bien es cierto que las crisis sociales, económicas o morales están en la primera línea de angustia, el arte y la educación forman parte del todo que es el desarrollo humano.

*Periodista cultural. Diplomado en Administración de las Artes y Diplomado en Gestión y Desarrollo Cultural. Becario Foescap 2009. Este y los textos anteriores en achtli05.blogspot.com; criticarte.com; Fanzine cultural 3D2; razonesdeser.com; Pueblahoy.net y en la revista Culturista.