viernes, abril 27, 2007



“Frida Kahlo y otros mundos”
Joaquín Ríos Martínez*

Lola Álvarez Bravo suma su nombre a una corta lista de creadores, que a fuerza de nuevas propuestas dominaron el panorama del arte visual por decenas de años en el México de los cambios
culturales.
Su temeraria forma de recabar imágenes le valió, junto a Tina Modotti, Edward Weston, y por su puesto bajo la tutela de Manuel Álvarez Bravo, un espacio permanente en la fotografía ya en aquel entonces (1930) llamada artística.
Considerada una fotógrafa con un altísimo grado de técnica, dedicó muchos años de su vida y miles de placas sensibilizadas en retratar los murales de sus amigos Diego Rivera, Orozco, Siqueiros y otros.


La técnica
“Gracias a la pintura pude darme cuenta precisa de la utilización de la iluminación, composición y equilibrio que también se aplica en la fotografía”, dijo en alguna entrevista.
En la muestra “Frida y otros mundos”, montada en la sala de fotografía del Museo Taller Erasto Cortés, se aprecia abiertamente su interés en la composición y en querer transmitir por medio de una imagen, el momento íntimo e instantáneo de su retratado.
La paz que refleja la pintora Kahlo en las imágenes de su casa Azul de Coyoacán, son producto
de esa radiografía del alma que capturaba Lola Álvarez, dentro de atmósferas personales.
En la exposición también pueden verse un par de desnudos femeninos, una faceta no desconocida de la creadora visual, pero si poco difundida. Si bien es evidente que nunca pudo desprenderse de la gran influencia de su mentor y esposo, Manuel Álvarez Bravo, si pudo marcar una línea que diferenciaba los trabajos.
En ese entonces y porque era con lo que se contaba, se fotografiaba el cotidiano, el paisaje, los movimientos políticos y culturales y cada creador de imágenes intentaba incluir su punto de vista y sus filiaciones de grupo.


Propuesta sin autocensura
Siempre un trabajo artístico más politizado que hoy. Pero también más explorativo en técnica y discurso, en propuesta plástica. Al igual que en la pintura su grupo de fotógrafos comenzaban con la ruptura e iban hacia la propuesta imaginativa, el recorte de composición y la utilización del objeto a manera de naturaleza muerta. Explotaron la gama de grises como nunca antes y modernizaron el claroscuro decimonónico.
Fue común también en sus imágenes la intromisión de leyendas políticas y mensajes sociales.
En la muestra del Museo Erasto Cortés, las imágenes descansan en la pasividad, en la fuga del
tiempo y se encuentran en una mejor situación museográfica que sus antecesoras, las fotos de Manuel Álvarez Bravo, que sufrieron lo apretujado de la pequeña sala dedicada a la fotografía.
En aquella, la primera exposición la línea de montaje se volvió doble, mientras que éstas pueden respirar, con un interin para el observador.

*Comunicólogo, Diplomado en Administración de las Artes y en Gestión Cultural.
Este y los anteriores textos puede consultarlos en http://achtli.blogspot.com
en www.criticarte.com y en Culturista: www.editorial-acd.com