lunes, marzo 09, 2009

La Verdadera Verdá (opinión)

Cartón: Sergio VUELA. Autor: Rocha

La Verdadera Verdá
A navegar en otros mares… o la Vela de la ignominia
Joaquín Ríos Martínez*

A lo lejos se escucharon casi en silencio, como para no molestar demasiado, los instrumentos que acompañarían el acto. La luz del sol se filtró por los cortinajes y los violines se hicieron más evidentes, aquellos que rememoran la soledad y tristeza. Sergio Vela Martínez (1964), ex presidente del Conaculta hasta la primera semana de marzo por fin fue removido de su cargo.



En el Estado mexicano se ha vuelto una mala costumbre el que los politiquillos de media monta evadan sus responsabilidades y se olviden del ego corrupto. En el reinado de Vela campeo intramuros el dispendio y la indolencia y, en sus múltiples viajes el filtreo con la estética del bajo mundo. El director de ópera sabía que la última palabra estaba por escribirse y accedió a todo tipo de excesos, anímicos y burocráticos.



Fueron avisados por los agoreros del presidente quienes cambiarían sus chambas, la hasta entonces exitosa directora del Fondo de Cultura Económica Consuelo Sáizar Guerrero, y el ex presidente todavía más espurio. Se presentaron ante el preciso de manera sobria, ella de negro, él gris, ella con sonrisas para todos, él con lágrimas en los ojos. Se terminó el humilde mancebo.



Cuando desperté el gran elefante seguía ahí



El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes fue creado en diciembre de 1988 como un órgano desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública mediante un decreto presidencial. Al cual se le asignaron atribuciones que en materia de promoción y difusión de la cultura y las artes, desempeñaba anteriormente la Subsecretaría de Cultura de la Secretaría de Educación Pública.



Entre los motivos que generaron su creación (según su página de información), el Gobierno de la República reconoció su papel en el estímulo a la creación artística y cultural, garantizando la plena libertad de los creadores, razón por la cual la presencia gubernamental en este campo había de ser esencialmente de organización y promoción. Igualmente, se reconoció que el Estado debe alentar las expresiones culturales de las distintas regiones y grupos sociales del país, así como promover la más amplia difusión de los bienes artísticos y culturales entre los diversos sectores de la población mexicana, además de preservar y enriquecer el patrimonio histórico y cultural de la Nación.



Serán beneficiarios directos de su actuación, la población del país en su conjunto, con quienes se buscarán permanentemente formas de corresponsabilidad en la operación de los proyectos culturales, y las centenas de miles de espectadores y visitantes que concurren a las exposiciones, eventos culturales y cinematográficos en las principales capitales culturales.
En atención a las exigencias y requerimientos de orden cultural de la sociedad mexicana, a partir de la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se da origen a diversos programas y acciones, con el propósito fundamental de enriquecer la identidad cultural de los mexicanos.


Integrar y coordinar



La misión fundamental del Consejo es integrar y coordinar de manera armoniosa la labor de los organismos, dependencias e instituciones del gobierno que desarrollan la política cultural del Estado Mexicano.



Todas estas máximas enterraron al sensible músico desde hace meses, y su insensibilidad política hizo que el muerto apestara antes de tiempo. Sergio Vela tuvo que presentar su renuncia al frente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y esperar lastimosamente a que Calderón Hinojosa lo despachara por cretino.



Después de las dos de la tarde del martes 2 de marzo su vida cambió, no más aviones rentados, no más sábanas de lino, no más cenas en París o almuerzos en Viena. Los Pinos será su última parada a costa del erario federal. Pronto regresará al recordatorio ciudadano, al mundo de los pajes y bufones, del pueblo que acude a sus óperas.
El mismo cúmulo social que recuerda el mega fraude de la Biblioteca Vasconcelos del sexenio que lo presidió, hoy le echó en cara su poca ética profesional al despacharse, como chacha pueblerina, con la cuchara grande. Al final sólo le quedó la triste despedida que Consuelo Sáizar le propinó, se despidieron con un abrazo dramático y lacrimoso. Él a alguna embajada del reino feliz, ella a la oficina de las no auditorías.



Y como siempre a la Verdadera Verdá no le queda más que esperar los pelos de la mula.

*Diplomado en Administración de las Artes y Diplomado en Gestión Cultural. Este y los textos anteriores en:
achtli05.blogspot.com; criticarte.com; Pueblahoy.net y en la revista Culturista.